domingo, 5 de noviembre de 2017

7- Creo que sueño....

                        Estoy totalmente convencido de que cuando duermo, realmente soy habitante de un mundo simultaneo. De un reino penumbroso y casi nocturno, gris y misterioso.
                        No se trata de algo nuevo. Ya se ha especulado con la idea de poner en duda a las tristes las horas de la vigilia, como las verdaderas protagonistas  de la vida. A esta misma duda, otros,  la han desplazado a la autenticidad del ser y afirman que lo que soñamos, nos muestra, en una función a veces extravagante,  otras veces disimulada, la cruda filosofía de nuestro deseo. En fin, de lo que somos.
                       Pero a mi, lo que me fascina, son los extraviados recorridos que hago en mi querida orbe nocturna. Debería construir mapas, porque, no lo dudo, he visitado esos lugares mas de una vez.
                       Calles, veredas, habitaciones infinitas. Bosques de nada.
                       Patios de la infancia con dulces figuras que hace rato que se retiraron a ese otro mundo, de una dimensión mas piadosa aún, donde esta ausente el dolor y el sufrimiento. Es como si por un corto lapso, esas figuras apacibles y  queridas me visitaran en mis desventuras para regalarme el bálsamo de su compañía.
                       Lo repito, podría hacer un único y exacto mapa. Con sus barrios majestuosos, callejones húmedos, paradas de colectivos que nunca mas llegarán, viejos almacenes done hay de todo y no consigo nada, o no necesito nada, o no me alcanza mi dinero para comprar lo único que me hace falta (¡La historia de mi vida!). Conversaciones con extraños conocidos, visiones de estrechas galerías y pasajes que conducen a recuerdos inconclusos, a momentos místicos, a sensaciones de alegría y felicidad, a pequeños jardines de llanto y congoja, que resurgen como de la nada y se escurren otra vez entre matorrales, evanescentes.
                      Y  me dirán , con toda razón, no hay ninguna sorpresa en ello: es que solo sueño. Como todos.
                      Pero yo amo a ese mundo. Y no lo considero ominoso, oscuro. Lo amo casi mas que a este, donde transcurren mis días de hombre, al que le he dado este tinte solitario, algo turbulento, con resultados muy tristes, a veces. Otras veces, es reconfortante, fruto del resarcimiento de algún sacrificio, del que aclaro, en ningún momento me he ofrecido fervientemente a sostener. Pero al fin de cuentas, poseo en mi haber.
                      Porque cuando sueño, no experimento ningún tipo de miedo... ¿Porqué habría de temer a eso que a fin de cuentas soy yo mismo?
                      Una tierra de preguntas, de recovecos oscuros, de algunas personas amables y otras no tanto,  eventos a veces inquietantes, otras afables y pacíficos; de una búsqueda incesante de yo no sé que quimera, que a la par de  incesante  y enigmática, la siento cada vez más propia.
                      Vivo fascinado, aunque nunca descubra el secreto de su existir.
                      Aunque me perturbe  y me sobresalte esa fina arista entre ambas existencias perfectamente simultaneas, y en ese "despertar" siempre me arrebate, la agitación, el éxtasis o simplemente, el mas sincero y desolado desencanto.
                      No lo sé. Tengo paciencia, sé que me llevará toda una vida descubrirlo.
                      No me asusta, ademas, que la verdad pueda develarse cualquier noche de estas, por culpa de algún exceso o descuido.
                     Simplemente, me encontraré ante la veracidad irrefutable de saber donde estoy situado.                       
                       Aunque  me llegue demasiado tarde, como siempre, la novedad de este familiar y desconocido lugar desde donde siento, amo, odio, deseo, pienso, río, lloro.... que tiene guardado, en un sobre negro y lacrado, las pistas para descubrir y aceptar, también, desde donde creo que sueño.